El 23 de agosto,
la Asociación de Estudiantes de Administración Aduanera y Comercio Exterior de la UCR llevó a cabo en excelente forma la organización de un segundo debate entre el Movimiento Estudiantil Universitarios por el SÍ y la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR), grupos antagónicos en el ámbito universitario, en cuanto al entendimiento de la realidad nacional, el futuro que ambiciona nuestro país y en este momento de coyuntura, claro está, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
El debate que se dio esta vez en un sentido real de la palabra –lo que, lamentablemente, hasta hace algún tiempo era poco común en la UCR– pudo realizarse dentro de los marcos del respeto a la hora de expresar posiciones a favor del acuerdo comercial, en un ambiente que se ha querido estereotipar del todo como icono exclusivo del NO y tristemente no como aquel centro académico donde reine la diversidad de opinión, que es la que debe reinar en todo centro universitario.
Asombrosa hipótesis. Lamentablemente el cinismo entre los que defienden la oposición al acuerdo comercial parece, muchas veces, no tener límites, y eso es lo que nos molesta, ya que ese día el vicepresidente de la FEUCR, Ricardo Solís, nos sorprendió al lanzar una hipótesis que no deja de asombrarnos, al decir que, si el TLC está aprobado en los otros países de Centroamérica, posiblemente se deba a la inexistencia en estos países de un sistema democrático o a sistemas democráticos muy maltrechos. Este tipo de hipótesis, que nos parece una increíble falta de respeto a los sistemas democráticos de los países hermanos centroamericanos, nos lleva a preguntarnos: ¿Qué entienden la FEUCR y algunos otros grupos que podrían llegar a respaldar esta hipótesis del compañero Solís por democracia? ¿Acaso será la democracia de las calles, que ya algunos alientan?
Lo curioso del caso es que son precisamente este tipo de grupúsculos los que constantemente encabezan marchas, manifestaciones, conciertos o algún tipo de evento alentando el irrespeto a las instituciones democráticas, cuestionando la legitimidad del Tribunal Supremo de Elecciones, la Sala IV e inclusive la legitimidad hasta del propio Presidente, instituciones y figuras que sin duda representan pilares de todo sistema democrático en cualquier parte del mundo, del cual en ocasiones sorpresivamente deciden enorgullecerse, curiosamente solo cuando les sirve para justificar cierta postura, hipótesis, o alguna de las instituciones que lo componen les da la razón, ya que, de no ser así, parece olvidárseles ese orgullo profesado aquella noche, y resulta muchísimo más sencillo deslegitimarlo tildando a las instituciones que lo componen de vendidas o serviles.
Publicado en la Nación el 17/09/2007 . Ver aquí.